martes, 3 de febrero de 2015

El girasol y el gorrión

Era primavera y en aquel vertedero,como en cualquier otro, sólo había suciedad y soledad, pero en aquel caos apareció una hebra de vida, un insignificante girasol.
Los días iban  pasando en la más completa monotonía, nada de fértiles praderas, ni la compañía de flores de colores, ni leves mariposas revoloteando a su alrededor.
Un buen día, un pequeño gorrión se detuvo frente al girasol prendado de su belleza
- ¡Qué maravilla!, le dijo. Eres una flor realmente bella.
- No, no lo soy, respondió el girasol.¿Cómo podría serlo en medio de tanta suciedad.
- Pues para mí eres la flor más encantadora. Añadió el gorrión, y después alzó el vuelo.
A partir de ese día el gorrión visitaba al girasol a diario y se hicieron grandes amigos.
Pero un día, el gorrión no fue a visitarle, ni tampoco al día siguiente, ni al siguiente.
El girasol empezó ya a preocuparse por su amigo, ¿le habría pasado algo?.
Una mañana, al despertarse el girasol, encontró a su amigo tendido en el suelo, a su lado.
- ¡Amigo mío!, ¿qué te ocurre?, ¿que te ha pasado? 
El gorrión abrió muy lentamente los ojos diciendo
- Llevo ya unos días sin encontrar comida y me he quedado sin fuerzas, he venido hasta aquí, amigo, para morir a tu lado.
- ¡No!, gritó el girasol entre sollozos, espera querido amigo, aguanta un poquito. 
Y dicho esto, inclinó su cabeza de flor y la sacudió para que cayeran sus semillas.
- Tómalas, le dijo, y cómelas, ya verás cómo te dan fuerza.
El gorrión con las pocas fuerzas que le quedaban, abrió las pipas y comió las semillas.
Al  día siguiente ya se encontraba mucho mejor y quiso dar las gracias al girasol,
pero le encontró mustio y sus hojas ya sin duda se caían al suelo una tras otra.
- ¿Qué te ha pasado, amigo?, le preguntó inquieto.
- No te preocupes por mí, le respondió el girasol con un hilo de voz. Ha llegado mi hora. Siempre pensé que mi existencia no tenía ningún sentido, aquí en el vertedero, pero ahora se que todo tiene razón de ser. Yo sin ti habría perdido las ganas de vivir, tu sin mí habrías perdido la vida, pero mira, todavía quedan muchas semillas en el suelo, cómelas amigo y repondrás fuerzas; pero asegúrate de dejar alguna, porque.... ¿quién sabe?, quizás algún día crezcan aquí hermosos girasoles, capaces de devolver la vida a pequeños gorriones que como tu revolotearán a su alrededor.

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